El país que será sede de los Juegos Olímpicos está tratando de modernizarse y, a pesar de los grandes inconvenientes que tiene como su población y su enorme extensión, en China se pueden contemplar espectáculos como la ciudad en miniatura, se puede uno casar en un castillo "francés", o disfrutar el duro invierno en paisajes paradisÌacos.
En las afueras de Pekín, el adinerado constructor Zhang Yuchen ha erigido una reproducción casi exacta del ìchateau Maisons-Laffitteî, el imponente castillo construido por Mansart en el siglo XVII en las afueras de París (Francia).
Existen parques donde los visitantes pueden deleitarse con reproducciones en miniatura de monumentos turÌsticos extranjeros tan emblem éticos como la torre Eiffel de ParÌs, las pirámides de Giza (Egipto), el Taj Mahal de Agra (La India) o el Tower Bridge de Londres sobre el rÌo Támesis (Inglaterra).
Saltos de agua, lagos, fuentes y ríos dan al valle de Jiuzhaigou, en la provincia de Sichuan y reserva del oso panda, tonos atractivos.
En las afueras de Pekín existe un castillo francés propiedad de un millonario chino. Lujo y capitalismo en tierras comunistas. Si el gran Mao Zedong levantara la cabeza, pensaría que haberse despertado en el paÌs equivocado.
El caso es que China decidió abrirse al mundo, y como si fuera un viaje de ida y vuelta, ahora se trae al mundo a casa.
Así, a falta de impartir clases de francés a sus compatriotas, el adinerado constructor Zhang Yuchen ha erigido una reproducción casi exacta del ìchateau Maisonsî, el imponente castillo construido por Mansart en el siglo XVII en las afueras de París (Francia) y le ha puesto de nombre "chateau Laffitte", en honor de uno de los famosísimos vinos de Burdeos que lleva ese nombre.
Para no hacer las cosas a medias, el empresario ofrece a los visitantes la posibilidad de conocer la cultura occidental a través de una exposición temporal hasta el mes de agosto en la cual pueden admirar tesoros como retratos de los reyes franceses Luis XIV, Luis XV, de la Virgen de Bartolomé Murillo, o un clave que tocó Mozart de niño.
Como era de esperar, el ingenio funciona. Aunque, por ahora, los visitantes más asiduos son jóvenes matrimonios que se hacen fotos de boda ante la fachada del edificio que, indudablemente, es lo más parecido a una luna de miel en en la ciudad de la Luz: ParÌs.
Algo de verdad debe tener el refrán según el cual ìsi la montaña no va Mahoma, Mahoma va a la montañaî. AsÌ, Huang Qiaoling, otro millonario chino, dio rienda suelta a su sueño de vivir algún dÌa en la Casa Blanca, sede del Presidente de los EE. UU. . Propietario de un auténtico imperio de empresas del sector turÌstico, se ha construido una replica fastuosa de la Casa Blanca con m·s de 30 habitaciones, en la localidad de Hangzhou, en la provincia de Zhejiang.
UN TROCITO DEL MUNDO.
Lo mismo ocurre con el empresario del textil Li Qinfu, quien edificó una reproducción del Capitolio en Shangai, mientras su compatriota, Hao Yaning, magnate de la publicidad, levantaba un castillo inspirado en la mansión construida por Randolph Hearst en California (EE. UU).
Pero la cosa no se limita a réplicas de tamaño natural. En la localidad de Shenzhen, una ciudad de 4.670.000 habitantes localizada al sur de la provincia de Guangdong, al suroeste de China, también existe un parque donde los visitantes pueden deleitarse con reproducciones en miniatura de monumentos turísticos extranjeros tan emblemáticos como la torre Eiffel de París, las pirámides de Giza (Egipto), el Taj Mahal de Agra (India) o el Tower Bridge de Londres, sobre el río Támesis (Inglaterra).
ìPague uno y llévese dos productosî, anuncian los supermercados en sus promociones. Se podrÌa decir que China hace lo mismo, pero a lo grande.
En adelante, el que visite China, visitar· medio mundo, aunque para ver copias es mejor disfrutar de los maravillosos paisajes de Jiuzhaigou, declarados este año Patrimonio de la Humanidad.
Es una de las zonas más sobresalientes en paisajes naturales de China. Y su belleza nos hace pensar en un mundo de hadas. Saltos de agua, lagos, fuentes y ríos dan al Valle de Jiuzhaigou, en la provincia de Sichuan y reserva del oso panda, tonos atractivos.
No en vano fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, el pasado 28 de marzo. Y es que la región de Jiuzhaigou, que se extiende por una superficie de 600 kilómetros cuadrados inmersa en la cordillera de Minshan, alberga una de las reservas más valiosas de pandas gigantes que atrae a turistas de todo el mundo y sirve de hábitat para otras especies en peligro de extinción.
Además, los molinos de piedra, las aldeas, los pendones de sutras, los cantos y danzas de las poblaciones tibetana y qiang, constituyen una gran singularidad de la cultura turística.
China, país de contrastes
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