Islas Culumbretas el encanto de un archipiélago con una identidad singular


La configuración aislada de las islas Columbretes, que cumplen este año 20 años como parque natural, ha favorecido que se asienten en ellas nuevas y singulares especies


Un parque natural con historia. Nada menos que dos décadas de protección, de lucha por la conservación de la flora y fauna de una de las zonas más ricas de la Comunitat Valenciana. Cuidado, respeto y un lugar único a tan sólo 30 millas de la costa de Castellón. Un paraje considerado como uno de los archipiélagos volcánicos de mayor interés ecológico de todo el mar Mediterráneo.Fue hace 20 años, exactamente el día 25 de enero de 1988, cuando el Consell otorgó por decreto la denominación de parque natural al ecosistema de las islas Columbretes, que gracias a ello, hoy en día aún cuentan con la protección y el amparo de la Ley 15/1975 de Espacios Naturales Protegidos, de ámbito estatal, derogada y sustituida por la 4/1989 de Conservación de Espacios Naturales y de la Flora y Fauna Silvestres. Años después, en 1994, el texto 11/1994 de Espacios Naturales Protegidos de la Comunitat Valenciana, que confiere al ecosistema la figura que lo protege actualmente.Y es que se trata de un archipiélago que destaca sobre otros enclaves de la península por su interés geológico y sus colonias de aves marinas. Entre ellas, la gaviota de Audouin, la pardela cenicienta, el halcón de Eleonor y el cormorán moñudo, todas en peligro de extinción en el Mediterráneo Occidental, y que se encuentran en estas islas por ser el único punto de nidificación de la Comunitat.La presencia de estas tres especies en la zona es de gran importancia, del mismo modo, que lo son otros animales terrestres como los artrópodos, con diez insectos endémicos, o la especie más importante que habita en la reserva: la lagartija de Columbretes, en honor al único ecosistema en el que reside.La gran riqueza del lugar, reside en parte, en la suma de fauna y flora terrestre y marina. Es, precisamente, el fondo marino el que está repleto de escollos, bancos y bajos que sirven de refugio a muchas especies. Las islas, también son el enclave perfecto por sus condiciones para la supervivencia de la tortuga boba, en peligro de extinción, por lo que entre otras actividades la Conselleria de Medio Ambiente realiza diferentes actuaciones y reintroducciones en la zona. Riqueza naturalEl pequeño archipiélago cuenta con más de cincuenta kilómetros de la costa de Castellón, de los que tan sólo 15 hectáreas están emergidas, y está formado por cuatro islotes que reciben el nombre l'illa Grossa, la Ferrera, la Foradada y el Carallot. El punto más alto del conjunto, el monte Colibre, se encuentra a 67 metros en la parte norte de l'illa Grossa.Las Columbretes, de origen volcánico, aislan a especies animales y vegetales en su pequeña extensión y las somete a condiciones ambientales especialmente características y duras, que hacen de ellas un ecosistema único y frágil.Además de su valor natural, este enclave posee una gran belleza por su grado de conservación, aunque en ocasiones se ha visto amenazado por actuaciones humanas. Una degradación de la zona que ha llegado a unos límites que hicieron manifiesta su necesaria protección. Organizaciones ecologistas, como Greenpeace, expresaron su voluntad de que el archipiélago con sus islotes fuesen declarados Reserva Integral de Interés Científico. Su importancia reside en su papel como zona de paso y de descanso de las aves migratorias que las utilizan como un puente entre las marismas del sur de Francia y la Albufera de Valencia en sus dos migraciones anuales, ciclos que se desarrollan en primavera y otoño. Allí descansan y anidan aves en peligro de extinción y residen otras especies singulares como la lagartija propia de las islas, escorpiones e insectos que se han adaptado a las condiciones especificas de las islas.La vegetación del archipiélago es escasa, y se encuentran plantas de origen peninsular, que se han adaptado a la dureza y peculiaridades de la zona, dando lugar a nuevas subespecies, que por tanto, sólo subsisten en el lugar.El reducido espacio emergido de les Columbretes se caracteriza por su terreno árido, un escaso suelo, tempestades, grandes insolaciones y la elevada salinidad de las plantas. Entre estas últimas, destaca el mastuerzo marítimo y la alfalfa arbórea adaptadas a las duras condiciones de la zona, y especies tan interesantes como la sosa fina, la zanahoria marina, el hinojo marino, la malva, la cambronera y el oroval. Todas repartidas en dos microrreservas de flora, una en la isla de la Ferrera y la otra en la Foradada. Las legendarias culebras que dan nombre a las islas desaparecieron hace más de un siglo, pero gracias a que han surgido nuevas subespecies en la zona, el archipiélago también cuenta con 10 especies de insectos exclusivas. Todo ello, sumado a su importancia como enclave para aves, ha llevado a su nombramiento como Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA).No hay que olvidar tampoco la riqueza y diversidad de sus corales, tortugas y peces, que se han visto amenazadas y en continua degradación por el turismo en la zona. Greenpeace desde hace tiempo denuncia que los yates de particulares y la prolifera realización de excursiones, sobre todo en verano, vulneran y corrompen la tranquilidad que aves y demás especies necesitan para reproducirse.También se ha registrado en la zona "el uso de escafandras para la pesca deportiva o profesional sin control que merma la calidad de sus fondos marinos". Toda una serie de circunstancias que se desencadenaron tras la construcción del faro en la zona y su consecuente actividad.