España, un punto crítico del cambio climático


Un informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente señala las regiones del sur como "puntos críticos del cambio climático"
 En España se estima que las pérdidas económicas relacionadas con el clima en las últimas tres décadas ascienden a casi 1.000 millones al año


Europa ha entrado en una era de fenómenos meteorológicos extremos. Así lo ha anunciado un informe presentado este miércoles por la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) en el que se afirma que las olas de calor, inundaciones, sequías y tormentas serán cada vez más frecuentes e intensas en todo el continente como resultado del cambio climático. Además, el documento señala que las variaciones en el clima global ya han comenzado a tener un impacto negativo en la salud, la naturaleza y la economía comunitarias.

 Los expertos advierten que el sur del continente será un "punto crítico", una de las zonas que sufrirá con más intensidad las consecuencias del cambio climático. "Los datos sobre el clima aparecidos en estos últimos años enfatizan lo urgente que es mitigar y adaptarse al cambio climático", explica Hans-Martin Füssel, coordinador de la investigación. Las regiones meridionales ya están registrando un mayor aumento en las temperaturas máximas y menores niveles de precipitaciones, así como una disminución del caudal de los ríos. La combinación de estos factores incrementa sensiblemente la aparición de sequías -el informe apunta al norte de España como zona de riesgo- lo que se traducirá en daños en los cultivos, deterioro de la biodiversidad y un mayor riesgo de incendios forestales. Los responsables del estudio instan a los gobiernos e instituciones comunitarias a adoptar políticas y estrategias más efectivas y flexibles para adaptarse a esta nueva realidad.

 Señalan que el éxito de estas medidas será crucial para atenuar el impacto del cambio climático en la salud de los ciudadanos europeos, así como en la economía del continente. "Una gestión adaptada implica planes que se ajusten a estas circunstancias cambiantes", explica André Jol, responsable del grupo de vulnerabilidad y adaptación de la AEMA, "y que tenga en cuenta la incertidumbre sobre el futuro y se actualice constantemente con nueva información basada en la monitorización y evaluación".

  Efectos en la salud y la economía 

Entre esos efectos se encuentran las olas de calor y los cambios en la distribución de enfermedades infecciosas. En países del entorno mediterráneo como España, Grecia y Chipre se espera un incremento en la mortalidad relacionada con altas temperaturas. La propagación de insectos, como garrapatas y otros portadores de enfermedades (como el mosquito tigre asiático) incrementará el riesgo de contraer patologías como la encefalitis transmitida, el virus del Nilo occidental, o el dengue. Por otro lado, se espera que aumente el número de inundaciones que a lo largo de la última década ya han provocado millones de lesiones, muertes y enfermedades en toda Europa.

 Los efectos del cambio climático también pasarán factura a los bolsillos de los europeos y a las arcas comunitarias. De acuerdo con los datos que maneja la AEMA, los fenómenos extremos relacionados con el clima han costado más 400.000 millones euros en Europa desde 1980. En España la cifra se eleva a casi 1.000 millones al año y las previsiones dicen que los daños en la región mediterránea son los que más van aumentan en la próxima década. Las estimaciones para 2050 hablan también de incrementos en la demanda de agua y en el consumo energético, especialmente en verano.


 El informe también recuerda que los efectos del cambio climático fuera de las fronteras comunitarias tendrán consecuencias en su interior, debido a los fenómenos migratorios, a la inestabilidad geopolítica y las amenazas a la seguridad. "Ahora somos más conscientes de la vulnerabilidad de Europa respecto acontecimientos relacionados con el clima fuera de Europa", concluye Füssel.

  Impacto en la biodiversidad

El informe detalla que numerosas especies de animales y plantas están experimentando cambios en sus ciclos vitales y en sus patrones migratorios. En España, algunos insectos como la abeja melífera (Apis mellifera) están adelantando cada año su aparición, un fenómeno relacionado con primaveras cada vez más cálidas. En la cordillera pirenaica, las hayas (Fagus sylvatica) aparecen hoy a altitudes 70 metros superiores de lo que ocurría en 1940. Además, los cambios en los ecosistemas están ayudando a algunas especies invasoras a consolidarse en nuevos hábitats.

 El incremento del nivel del mar convierte a las zonas costeras y las llanuras aluviales en "puntos críticos", al aumentar el riesgo de inundaciones. Especies marinas, incluidas poblaciones claves para el sector pesquero, también están migrando cada vez más al norte y la acidificación de los océanos amenaza con crear "áreas muertas" frente a los litorales europeos.

  En este contexto el informe, elaborado en colaboración con otras agencias comunitarias, reclama una mayor coherencia en la comunicación entre diferentes ámbitos políticos y de gobierno, una gestión más flexible del medio y un impulso al desarrollo de soluciones tecnológicas. Por otro lado, los investigadores apuntan a que la mejora en las herramientas de medición ayudaría tener una mejor capacidad para evaluar los riesgos.

Bosques en Europa

El 5% de la masa forestal del mundo se localiza en la UE y gran parte de ella está amenazada
Una de las mayores riquezas ecológicas de la Unión Europea (UE) son sus bosques: el 42% de la superficie alberga diversas masas forestales. A pesar de su papel esencial para la naturaleza y los seres humanos, el estado de conservación de gran parte de ellos es "desfavorable". Así lo señalan dos recientes documentos comunitarios con datos sobre el estado actual de los bosques europeos, sus principales amenazas y cómo combatirlas. Por su parte, las organizaciones ecologistas consideran insuficientes las actuales medidas de conservación y aportan sus propias propuestas.


La UE ha transmitido una visión global del estado actual de sus bosques mediante dos recientes documentos. Por un lado, el Libro Verde, presentado en la Conferencia sobre Protección de los Bosques en Europa, celebrada en Valsaín (Segovia). Por otro, un informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA). Sus responsables han llegado a las siguientes conclusiones:

  • Una gran riqueza boscosa en expansión. El 5% de los bosques del mundo se encuentran en la UE y han crecido de forma constante en los últimos 60 años. Ocupan 155 millones de hectáreas y, junto con otras tierras boscosas, suponen el 42% de la superficie terrestre de la UE.

  • Las mayores extensiones forestales se sitúan en Finlandia, Francia, España y Suecia. Según datos del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino (MARM), España es el segundo país con mayor superficie forestal total de la UE, con 27,5 millones de hectáreas, y el tercero en superficie forestal arbolada, con 18,3 millones de hectáreas.

  • Papel esencial en la naturaleza. Reducen la erosión y la desertificación, garantizan el suministro de agua dulce, sirven de refugio de la biodiversidad (albergan el mayor número de vertebrados del continente), regulan el clima y el ciclo de agua en la tierra, proporcionan aire fresco, sirven de protección contra catástrofes naturales como tormentas, aludes o inundaciones, y en las ciudades reducen los niveles de polvo y ruido y amortiguan el microclima urbano.

  • Vitales contra el cambio climático. Absorben 0,5 gigatoneladas (Gt) de dióxido de carbono (CO2) al año, frente a las 5 Gt equivalentes de CO2 anuales de emisiones industriales en la UE. Ahora bien, su papel como sumideros de carbono se puede invertir: su degradación, descomposición o conversión en otros usos emitiría gases de efecto invernadero. La situación puede tornarse en una pescadilla que se muerde la cola. A más calentamiento global, más probabilidades de incendios forestales.

  • Importante fuente de recursos. Más de dos millones de europeos trabajan en la industria forestal primaria y unos 350.000 viven de la gestión forestal. El volumen de negocio asciende a 300.000 millones de euros.

  • El 40% de los bosques comunitarios son de propiedad estatal, mientras que el 60% restante es de titularidad privada.




Principales amenazas y cómo combatirlas

Según los responsables comunitarios, sólo el 5% de la masa forestal de la UE permanece inmune a las actividades humanas. El informe de la AEMA asegura que más de la mitad de las especies forestales de interés europeo y más del 60% de los ecosistemas forestales identificados por la Directiva Hábitats destacan por un estado de conservación "desfavorable".

Los principales enemigos de los bosques europeos son las prácticas de gestión insostenible, la contaminación del aire, el cambio climático o la fragmentación debido a la rápida propagación de las zonas urbanas y las redes de transporte. Por su parte, desde el MARM apuntan a los incendios forestales y la despoblación como otras de las principales amenazas.



La forma en la que se deben proteger los bosques se ha reflejado en la Declaración de Valsaín, así como en el Libro Verde. Sus autores defienden que la conservación forestal debe ser compatible con la gestión sostenible de los bosques. El Libro Verde señala que este objetivo será posible si se desarrollan nuevas fuentes internas de madera y se aumenta la eficiencia en la producción y utilización de la madera, así como las importaciones de materias primas de este material.

La Comisión Europea estudia la puesta en marcha de métodos innovadores para la protección de los servicios forestales no mercantiles, como la conservación de la biodiversidad y las cuencas hidrográficas, los usos recreativos o el secuestro de CO2.

La ampliación de las zonas protegidas es otro de los objetivos planteados. Los tipos de hábitats forestales incorporados a la Red Natura 2000 suponen más de 14 millones de hectáreas. La Conferencia de Oslo, de 2011, pretende ser un punto de no retorno para adoptar acuerdos fundamentales en materia de protección de los montes y su riqueza boscosa.


Principales amenazas y cómo combatirlas

Según los responsables comunitarios, sólo el 5% de la masa forestal de la UE permanece inmune a las actividades humanas. El informe de la AEMA asegura que más de la mitad de las especies forestales de interés europeo y más del 60% de los ecosistemas forestales identificados por la Directiva Hábitats destacan por un estado de conservación "desfavorable".

Los principales enemigos de los bosques europeos son las prácticas de gestión insostenible, la contaminación del aire, el cambio climático o la fragmentación debido a la rápida propagación de las zonas urbanas y las redes de transporte. Por su parte, desde el MARM apuntan a los incendios forestales y la despoblación como otras de las principales amenazas.

La forma en la que se deben proteger los bosques se ha reflejado en la Declaración de Valsaín, así como en el Libro Verde. Sus autores defienden que la conservación forestal debe ser compatible con la gestión sostenible de los bosques. El Libro Verde señala que este objetivo será posible si se desarrollan nuevas fuentes internas de madera y se aumenta la eficiencia en la producción y utilización de la madera, así como las importaciones de materias primas de este material.

La Comisión Europea estudia la puesta en marcha de métodos innovadores para la protección de los servicios forestales no mercantiles, como la conservación de la biodiversidad y las cuencas hidrográficas, los usos recreativos o el secuestro de CO2.

La ampliación de las zonas protegidas es otro de los objetivos planteados. Los tipos de hábitats forestales incorporados a la Red Natura 2000 suponen más de 14 millones de hectáreas. La Conferencia de Oslo, de 2011, pretende ser un punto de no retorno para adoptar acuerdos fundamentales en materia de protección de los montes y su riqueza boscosa.


Críticas de los ecologistas

Cuatro de las principales organizaciones ecologistas españolas (Ecologistas en Acción, WWF, Greenpeace y SEO-BirdLife) han expresado su decepción por el contenido del Libro Verde y la Declaración de Valsaín. Sus responsables critican que se han centrado en la producción y no en la defensa de los ecosistemas.

Señalan que no se ha reflejado la responsabilidad de la UE fuera de sus fronteras. Los ecologistas recuerdan la dependencia comunitaria de la importación de materias primas procedentes de manera frecuente de procesos de deforestación y degradación forestal.

La falta de protección real es otra de las criticas de estas ONG: incluso los espacios incluidos en la Red Natura 2000 sufren importantes amenazas, como incendios o apertura de pistas forestales. Los ecologistas aseguran que de forma muy frecuente los bosques se transforman en plantaciones forestales. Este hecho no se refleja en este tipo de informes y, por tanto, se enmascara la deforestación real.

Frente a ello, proponen reducir el consumo, mejorar la eficiencia de la gestión forestal, aumentar los recursos técnicos y humanos para conservar los bosques, potenciar la reutilización y reciclaje de la madera y sus productos derivados, y promover el certificado FSC de madera sostenible.

El cambio climático también ocurrió en el pasado

Conocer las alteraciones del clima en la historia de la Tierra puede ayudar a afinar las predicciones sobre el actual calentamiento global

La Tierra ha pasado por varios cambios climáticos a lo largo de su historia, algunos no tan lejanos en el tiempo. Diversos agentes naturales externos provocaron en la Europa de la Edad Media un clima más cálido de lo normal, un periodo al que sucedió otro de bajas temperaturas hasta mediados del siglo XIX. Los estudios sobre estas alteraciones climáticas del pasado podrían servir para precisar las predicciones sobre el actual cambio climático. Ahora bien, los científicos recuerdan que su causa principal es la rápida quema de combustibles fósiles y, por ello, sus consecuencias son todavía difíciles de estimar.

Hace unos mil años, Europa disfrutó de varios siglos de temperaturas medias más bien altas. En aquella época, denominada "Periodo Medieval Cálido", la agricultura florecía en lugares como Groenlandia, un topónimo que en inglés ("Greenland", tierra verde) evoca el clima pasado. No obstante, las evidencias señalan de forma clara que la capa de hielo de Groenlandia persiste desde hace millones de años y que durante el "Máximo Medieval" pudo haberse liberado alguna pequeña zona de la costa. Así lo matiza Manuel Vázquez Abeledo, coordinador de proyectos del Instituto Astrofísico de Canarias (IAC) y experto en cambios climáticos pasados.

A este periodo le sucedió otro de temperaturas más bajas, en especial en las zonas septentrionales europeas. Aunque no puede considerarse una edad de hielo como tal, se le conoce como la "pequeña edad de hielo". Algunos expertos señalan que esta época duró desde el siglo XVI hasta mediados del siglo XIX. Las crónicas cuentan cómo la gente patinaba durante el invierno sobre las congeladas aguas del río Támesis de Londres o de los canales y ríos de Holanda.

Un grupo de científicos ha descrito en la revista Science cómo las alteraciones naturales en las condiciones de los océanos pudieron provocar estos cambios climáticos pasados. Las fluctuaciones en la luminosidad solar y la frecuencia de erupciones volcánicas, entre otras causas naturales, alteraron la actividad de "El Niño" y la "Oscilación del Atlántico Norte". Estos fenómenos climáticos son patrones dinámicos que pueden provocar cambios en los patrones de lluvia y sequía, o en la actividad de los huracanes, y son capaces de redistribuir el calor alrededor del globo, de manera que una zona se calienta y otra se enfría.

Los responsables del estudio descubrieron que al periodo de calentamiento inusual le sucedió otro mecanismo de retroalimentación que la ciencia conoce desde hace años como "el efecto de La Niña". Uno de los firmantes de la investigación, Michael Mann, de la Universidad Estatal de Pennsylvania (EE.UU.), explica que La Niña provoca temperaturas más frías de lo normal en las zonas tropicales del Pacífico central y del este y más secas en el desierto del suroeste de los EE.UU.

Los investigadores reconstruyeron los modelos de la temperatura de la superficie terrestre durante estos dos intervalos históricos, un periodo de unos 1.500 años. La información recopilada en glaciares, anillos de los árboles y corales, entre otros elementos, les sirvió de muestra para observar qué cambios climáticos se produjeron durante esos años.

Aprender de los cambios climáticos pasados


Investigaciones como la publicada en Science podrían servir para afinar los modelos climáticos que el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) utiliza para predecir cómo se comportará el calentamiento global en los próximos años. La mayoría de ellos señala que la Tierra responderá al efecto "El Niño". Tan sólo unos pocos modelos recrean la dinámica del "efecto La Niña".

Manuel Vázquez Abeledo explica que los cambios climáticos históricos proporcionan una buena guía para entender qué ocurre en la actualidad. Pero que nadie piense que este conocimiento se podría utilizar para saber cuándo se producirán los siguientes. El experto del IAC recuerda que en la Naturaleza no hay casi nada cíclico, porque la relación entre causa y efecto suele ser no-lineal e implica diferentes mecanismos de amplificación y/o amortiguamiento de la relación. "La cuestión no es el número de cambios climáticos que se han producido, algo que sería imposible de precisar, sino las frecuencias con que han ocurrido y las causas que los han originado", afirma Vázquez Abeledo.

Por su parte, el profesor Mann ha puntualizado que la respuesta del planeta a un cambio climático inducido por los gases de efecto invernadero podría ser más compleja que el calentamiento inducido sólo por fenómenos naturales. A este respecto, Vázquez Abeledo explica que la causa principal del calentamiento actual es clara: la rápida quema de combustibles fósiles por la actividad humana. Sus consecuencias sobre la civilización son todavía difíciles de estimar.

Al estudiar los cambios climáticos sucedidos en la historia de la Tierra, los científicos cuentan con medidas directas sólo desde el siglo XIX. Para reconstruir el pasado climático se utilizan diversos indicadores que cambian según la escala de tiempo que se considere. Cuanto más se retroceda en el tiempo, más imprecisos serán tanto en su aspecto cuantitativo como en su resolución temporal.

Los científicos también saben que la Tierra no es el único planeta con cambios climáticos. Cualquier planeta sufre alteraciones, en especial si tienen atmósfera. Las causas son similares a las que se producen en la Tierra. El investigador del IAC indica que la principal diferencia es que los cambios climáticos terrestres no hubieran sido los mismos si no hubiera tenido vida.

Causas de los cambios climáticos en la historia de la Tierra

En general, cualquier cambio en el clima terrestre está producido por diversos agentes externos:

  • Cambios en la luminosidad solar.
  • Cambios en la concentración de gases invernadero.
  • Cambios en el albedo terrestre.
  • Variabilidad interna del clima.

Las frecuencias con que ocurren pueden clasificarse en:

  • Desde la formación de la Tierra hasta la actualidad (enfriamiento global).
  • De cientos de millones de años (actividad tectónica).
  • De miles de años (cambios en la órbita de la Tierra: las Glaciaciones del Cuaternario).
  • De cientos a miles de años (variaciones en la actividad solar desde la última glaciación hasta la revolución industrial).
  • Décadas a pocos siglos (el actual debido a la actividad humana).

Especies invasoras

La introducción de seres vivos foráneos en un hábitat constituye un grave problema ecológico y económico


La introducción de seres vivos desde fuera de su área de distribución natural representa, según la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN), la segunda causa de amenaza a la biodiversidad, tras la destrucción de los hábitats. En este sentido, el ser humano viene trasladando animales y plantas, ya sea activa o pasivamente, desde sus primeros viajes, especialmente a través del mar. No obstante, el número de especies introducidas se ha incrementado notablemente a nivel global en los últimos decenios con el aumento de los transportes internacionales y el turismo, la construcción de infraestructuras que rompen fronteras naturales, el cultivo de especies acuáticas o el tráfico y abandono de mascotas. Por ejemplo, el número de especies introducidas en el Mediterráneo desde principios del siglo XX se ha duplicado cada 20 años hasta llegar en la actualidad a contabilizarse unas 450 especies exóticas, lo que le convierte en el mar con más especies introducidas del mundo.

Los problemas medioambientales que genera la introducción de especies son graves y muy variados. Una especie alóctona, es decir, aquella que se encuentra fuera de su lugar natural, puede llegar a ser una grave amenaza para las especies autóctonas si se convierte en una especie invasora, por muy pequeña o inocua que pueda parecer. De esta manera, las especies invasoras ponen en peligro la biodiversidad, puesto que pueden desplazar e incluso hacer desaparecer a los organismos nativos de su hábitat, contaminándolos química o incluso genéticamente, compitiendo por los mismos recursos o incluso siendo sus depredadores. Estas especies, una vez introducidas, pueden transformar las comunidades biológicas del área afectada, alterando el balance ecológico, cubriendo por completo amplias zonas, impidiendo el desarrollo de los organismos nativos y, en casos extremos, su reproducción.

Las consecuencias económicas negativas de este fenómeno también son importantes. Las especies invasoras pueden llegar a contaminar los productos de consumo humano, constituyendo un grave riesgo para la salud pública, lo que genera una serie de prohibiciones que repercute en las ventas. Los sectores de la agricultura, la ganadería y la pesca pueden experimentar una disminución de su productividad y el turismo también se ve afectado, al quedar las zonas invadidas poco o nada aptas para dicha actividad. Los expertos calculan que las pérdidas económicas relacionadas con este problema ascienden a miles de millones de euros al año.

El control de estas especies conlleva un esfuerzo y unos medios complejos, puesto que su distribución, capacidad de expansión, incidencia negativa en el medio, posibilidad real de erradicación e impacto ecológico son muy variadas. De hecho, la UICN establece la existencia de diferentes categorías de especies introducidas:

* Traslocadas, aquellas que son desplazadas dentro de su área de distribución
* Aclimatadas, llegadas normalmente de otras zonas de clima similar pero que no llegan a concluir el ciclo reproductivo
* Naturalizadas, que logran mantener poblaciones reproductoras
* Alóctonas no naturalizadas ni aclimatadas, normalmente provenientes de evasiones de cautividad, sueltas deliberadas, o que han llegado junto con las mercancías de otras zonas y que normalmente no tienen posibilidades de mantener poblaciones estables.

Teniendo estos factores en cuenta, entre las posibles acciones a tomar se encuentran la prevención y los controles en las instalaciones de granjas, la limitación en el comercio de especies exóticas, el establecimiento de mayores controles de frontera y cuarentena, así como del agua de lastre y de los sedimentos de los buques, o el intercambio de información actualizada entre los organismos responsables.

Legislación contra las especies introducidas
La introducción de especies genera cada vez más diversas normas y leyes para su control y eliminación. A nivel internacional destacan las Declaraciones de Bonn o Berna, mientras que la Unión Europea cuenta con la Directiva Hábitats y varios Reglamentos que España ha asimilado en su legislación. En el terreno autonómico, el desarrollo legislativo es desigual, encontrando desde comunidades que lo incluyen en su normativa desde hace más de diez años, hasta otras que están en proceso de redacción, pasando por muchas otras que lo han incorporado recientemente.

No obstante, algunos expertos consideran que todavía queda mucho por hacer, sobre todo en aquellos países donde la Administración y la opinión pública no se plantean el problema. Asimismo, las leyes existentes cuentan con lagunas que habría que subsanar para combatir la introducción de especies de una manera eficaz. Algunas convenciones sobre diversidad biológica, como la de Berna, no especifican a veces que las especies listadas deban ser indígenas del estado que ha firmado dicha convención. De esta manera, puede darse el caso de que especies exóticas aparezcan listadas como especies protegidas.