Red de parques naturales de españa


La Red de Parques Nacionales es un sistema integrado de protección y gestión de una serie de espacios que tratan de representar las mejores muestras del patrimonio natural español. Esta conformada por los Parques Nacionales que la integran, el marco normativo, los medios materiales y humanos, las instituciones y el sistema de relaciones necesario para su funcionamiento.
Su finalidad es asegurar la conservación de los Parques Nacionales, y posibilitar su uso público y la mejora del conocimiento científico de sus valores naturales y culturales, así como fomentar una conciencia social conservacionista, el intercambio de conocimientos y experiencias en materia de desarrollo sostenible, la formación y cualificación de los profesionales que trabajan en ella y su incorporación y participación en redes y programas internacionales.
En la actualidad, la Red de Parques Nacionales está integrada por doce Parques, siete de ellos peninsulares y cinco insulares.

Pasado y presente de la Red de Parques Nacionales - Un país pionero en la conservación de la naturaleza
España es uno de los primeros países de Europa en iniciar la política de protección de los espacios naturales con la introducción de la figura de Parque Nacional, creada en Estados Unidos en 1878 con la declaración del Parque Nacional de Yellowstone. En 1916, con la promulgación de la Ley General de Parques Nacionales se creó la Junta Central de Parques Nacionales y se declararon los primeros Parques Nacionales españoles.
Se puede decir que el actual sistema de Parques Nacionales españoles nace el 22 de julio de 1918, cuando se declara el Parque Nacional de la Montaña de Covadonga o de Peña Santa en el macizo occidental de Picos de Europa y, dos meses después, el Parque Nacional del Valle de Ordesa o del río Ara, en el Pirineo del Alto Aragón. En 1931 su gestión queda centralizada en la llamada Comisaría de Parques Nacionales, constituida por un polifacético equipo en el que participaban ingenieros de montes, naturalistas, historiadores, académicos de Bellas Artes y expertos en turismo.
En 1940 la gestión de los espacios naturales pierde su autonomía y queda en manos de la Dirección General de Montes, Caza y Pesca Fluvial por medio de un Consejo Superior de Caza, Pesca Fluvial, Cotos y Parques Nacionales. Tras un largo período, los Parques Nacionales renacen con la declaración de los primeros representantes del paisaje volcánico canario: Parques Nacionales de las Cañadas del Teide y de Caldera de Taburiente en 1954; un año más tarde nace el de Aigüestortes i Estany de San Maurici.
Con la aprobación en 1957 de la Ley de Montes, que deroga la de 1916 y asume la gestión de los espacios naturales, se crean las primeras Reservas Nacionales de Caza y tres nuevos Parques Nacionales: Doñana (1968), Tablas de Daimiel (1973), y Timanfaya (1974). En 1975, al amparo de la nueva Ley de Espacios Naturales, se protege una representación de los bosques de laurisilva en el de Garajonay, último Parque Nacional canario declarado. Al mismo tiempo se amplían notoriamente las superficies de dos de los parques más emblemáticos, en 1978 la de Doñana, y en 1982 la de Ordesa, que pasa a llamarse Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. El 30 de marzo de 1988 el Parlamento de Cataluña reclasifica Aigüestortes como Parc Nacional según lo establecido en la Ley 12/1985 de Espacios Naturales de Cataluña.
El 27 de marzo de 1989 se aprueba la Ley de Conservación de los Espacios Naturales y de la Flora y Fauna Silvestre que deroga la anterior de 1975. Esta nueva Ley centra su estrategia en materia de gestión y declaración de los espacios naturales protegidos con cuatro figuras, Parque Nacional, Reserva Natural, Monumento Natural y Paisaje Protegido, y amplía su régimen jurídico protector más allá de los espacios naturales protegidos con la aparición de una novedosa figura de gestión, los Planes de Ordenación de los Recursos Naturales (PORNs). Tras una década desde su aprobación se han dado vida a cuatro nuevos Parques Nacionales: Archipiélago de Cabrera en 1991, Picos de Europa y Cabañeros en 1995, y Sierra Nevada en 1999, último Parque Nacional creado.
Tras la declaración de nulidad del Tribunal Constitucional de la disposición adicional quinta de la Ley 4/1989 (Sentencia 102/1995), en tanto que atribuía la gestión de los Parques Nacionales al Estado, se aprueba la Ley 41/1997 por la que se modifica la Ley 4/1989, estableciendo un nuevo modelo de ordenación y gestión, desarrollado por el Real Decreto 1760/1998. Se crea una nueva figura de ordenación, el Plan Director de la Red de Parques Nacionales, que impone la pauta para la redacción de los Planes Rectores de Uso y Gestión de los mismos. Se establece el actual organigrama de la Red, configurado, en el marco de organización del Plan Director, por el Consejo de la Red de Parques Nacionales, las Comisiones Mixtas de Gestión y los Patronatos. Esta misma Ley establece la reintegración a la Red del Parque Nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici.

Los Parques Nacionales ocupan el 0,6% del territorio español
La extensión de la Red de Parques Nacionales ha ido aumentando con las sucesivas declaraciones de los parques nacionales. En la actualidad y tras la inclusión de Sierra Nevada, suman más de 312.400 ha. De todos ellos, el de mayor extensión es Sierra Nevada, que con sus 86.208 ha., supera en más de 20.000 ha al de Picos de Europa, hasta la fecha el de mayor extensión.

Parque a Parque...
Enclavados en sistemas montañosos del norte peninsular se encuentran el Parque Nacional de los Picos de Europa, el de mayor superficie de la red con más de 64.000 hectáreas distribuidas entre las Comunidades Autónomas de Asturias, Cantabria y Castilla y León, con sus bosques de hayas, robles y abedules, y el rebeco como animal más representativo; el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido con una superficie de 15.608 hectáreas pertenecientes a la Comunidad Autónoma de Aragón en pleno corazón de la cordillera Pirenaica, que incluyen el circo de Pineta, con sus glaciares colgados y los profundos cañones kársticos de Añisclo y Escuain, además de una amplia muestra de la fauna pirenaica. El Parque Nacional de Aigües Tortes y Estany de Sant Maurici en el Pirineo catalán. Con sus cerca de 10.000 hectáreas recoge una magnífica síntesis de lo que es la cordillera pirenaica en su parte central más continental. Sus aguas tortuosas, sus lagos y sus riscos poblados de abetos.
En La Mancha abundan las lagunas endorreicas, más o menos permanentes, y los encharcamientos estacionales debido al complejo mecanismo hidrológico que combina sus acuíferos con sus ríos Guadiana, Cigüela, Záncara y Riansares. El Parque Nacional de las Tablas de Daimiel con 2.000 hectáreas, acoge a una ingente cantidad de aves acuáticas por su importancia como refugio, lugar de nidificación y escala en las migraciones. El Parque Nacional de Cabañeros, situado también en la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha, abarca un total de 40.000 hectáreas y está formado por un conjunto de sierras paleozoicas alternando con extensas llanuras o superficies de raña. Cabañeros es la mejor y más extensa representación del bosque mediterráneo ibérico.
En el sur, el Parque Nacional de Doñana, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es el más sobresaliente de nuestros espacios naturales y uno de los más importantes del continente. Con más de 50.000 hectáreas y una extensa zona de protección aledaña, incluye un complejo sistema hidrológico de arroyos, caños y marismas de la orilla del Guadalquivir, así como la desembocadura de dicho río y una zona de litoral de 30 kilómetros. Playas, dunas móviles, matorral y monte acogen a multitud de especies de aves anátidas y rapaces; así mismo es el último reducto de especies en vías de extinción como el lince, el calamón, el águila imperial o la focha cornuda.
En las provincias de Granada y Almería, se encuentra el Parque Nacional de Sierra Nevada, con una extensión de 86.000 hectáreas, que reune los recursos naturales de la alta montaña con las formaciones vegetales del clima mediterráneo, estando presentes el desierto frío de altura, la estepa subalpina, los bosques de coníferas y otros tipos de vegetación.
En las Islas Baleares, el pequeño archipiélago de Cabrera es uno de esos centenares de mínimos mundos insulares que dan vida y belleza al mar Mediterráneo. Allí se encuentra el Parque Nacional marítimo-terrestre del Archipiélago de Cabrera, con una superficie de 8.703 hectáreas de caliza mediterránea con vegetación achaparrada y un gran valor ecológico relacionado con la importancia de su ornitofauna (pardelas, cormoranes, gaviotas, rapaces).
Las Islas Canarias son el espacio natural más protegido de España. Situadas en la región biogeográfica llamada Macaronesia, de origen eruptivo, tienen en Tenerife, la mayor y más importante de ellas, el mítico y asombroso Teide, máxima altura con 3.717 metros. Este es el centro del Parque Nacional del Teide, con 13.571 hectáreas de extensión, de gran variación altitudinal que propicia toda una gama de climas y pisos de vegetación que le hace ser un paraíso de la flora y fauna endémicas como la violeta, la hierba pajonera y el cernícalo, el alcaudón y el lagarto tizón. El Parque Nacional de la Caldera de Taburiente situado en la isla de La Palma, desvela en su interior las rocas más antiguas del archipiélago (Complejo Basal) y representa el milagro del agua. Conserva las mejores muestras del ecosistema del pino canario y una gran cantidad de endemismos vegetales así como una fauna rica en aves autóctonas. Tiene una extensión de 4.690 hectáreas. En la isla de Lanzarote, el Parque Nacional de Timanfaya con una superficie de 5.107 hectáreas es la montaña de fuego que, con más de trescientos cráteres nacidos durante las distintas etapas eruptivas, da testimonio de la naturaleza volcánica de las islas. Muy popular por su riqueza cromática, sus «islotes» vegetales y algunos ejemplares de su fauna como el lagarto de Haría, el alimoche o la pardela. El Parque Nacional de Garajonay, en la isla de La Gomera, abarca una superficie de 3.984 hectáreas, ostentando el título de Patrimonio de la Humanidad otorgado por la UNESCO. Recoge una valiosísima representación de la laurisilva, formación que hace millones de años constituía la vegetación de la cuenca mediterránea y el norte de África, dando lugar también a una fauna vinculada al bosque como las palomas endémicas de la zona (rabiche, turqué) y los insectos.

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