Mitos y realidades de la caza de focas

El Gobierno de Canadá contraataca a los movimientos ecologistas y rebate una por una las acusaciones sobre la polémica actividad, cuya temporada acaba de concluir


La temporada de caza de focas en Canadá está prácticamente finalizada con el objetivo de 275.000 animales abatidos. Una actividad que el país norteamericano considera «sostenible» y que representa una fuente de ingresos importante para miles de familias de las comunidades del norte y del este. Como todos los años, una intensa campaña por parte de los movimientos ecologistas ha puesto en la picota al Gobierno canadiense y presionado a la opinión pública hasta el punto de que la UE se está planteando prohibir la importación de los productos derivados de la foca. Los argumentos de los defensores de la naturaleza son de sobra conocidos, pero esta vez el Ejecutivo de Ottawa ha querido desmentir lo que considera falsos «mitos».
1
El Gobierno de Canadá permite a los cazadores matar crías de foca.
Según el Gobierno canadiense, los conservacionistas utilizan de forma premeditada en sus campañas la imagen de las crías de la foca de Groenlandia (de piel blanca), cuya caza, al igual que la de las crías de la especie de capucha (lomo azul), está prohibida desde 1987. El Reglamento de Mamíferos Marinos prohíbe el comercio, la venta o el trueque de sus pieles. La realidad es que las focas cazadas son animales «autónomos e independientes».
2
Las focas son despellejadas vivas.
A veces la foca parece moverse después de ser abatida. Sin embargo, informes científicos señalan que, cuando están muertas, las focas pueden tener convulsiones que son atribuibles al «reflejo natatorio», lo que puede dar la impresión de que el animal sigue vivo cuando en realidad ya está muerto. Sería algo similar al reflejo de los pollos.
3
El garrote es un arma salvaje que causa mayor sufrimiento a los animales.
El hakapik (un palo terminado en un punzón) es un instrumento eficaz para matar rápidamente y sin crueldad a la foca. «Es incluso menos cruel que los métodos de matanza utilizados en los mataderos comerciales y que acepta la mayoría de la población», señala Ottawa, haciéndose eco de un informe de la Comisión Real sobre las Focas y la industria de la Caza de la Foca.
4
La caza no es una actividad sostenible y pone en peligro la población de focas de Groenlandia.
El número de focas de Groenlandia en el Atlántico noroeste es de unos 5,5 millones de individuos, casi el triple que en los años setenta -muy lejos, pues, del peligro de extinción-. El Ministerio de Pesca y Océanos canadiense fija cuotas en función de la abundancia de animales que varían de una temporada a otra: 275.000 este año, 5.000 más que en el 2007, pero 50.000 menos que en el 2006. Otro «mito» sería que el Gobierno fomenta la caza de focas -que se alimentan de pescado- como método para recuperar los maltrechos stocks de bacalao. Pero en el descenso del bacalao parecen influir más otras circunstancias, como la sobrepesca o el cambio climático.
5
La actividad no es rentable económicamente y proporciona escasas ganancias.
Las focas pueden representar hasta el 35% de los ingresos anuales de algunas familias canadienses. Comunidades como San Lorenzo - que aglutina alrededor de la tercera parte del cupo anual- viven prácticamente de esta actividad en un período del año en que las posibilidades de pesca son muy limitadas. La caza de la foca también crea empleos en el sector de compra y en las fábricas de transformación. Es un recurso natural del que se aprovecha la piel, la carne y el aceite, y para las poblaciones nativas e inuits (esquimales) forma parte además de su vida cultural y social.
6
El Ministerio de Pesca de Canadá subvenciona la caza de focas.
El Gobierno insiste en que es una industria viable económicamente y recuerda que desde el 2001 no recibe ningún tipo de ayuda pública. Anteriormente, las subvenciones se destinaban al desarrollo del mercado y de los productos, en especial la carne, con objeto de fomentar el uso completo del animal.
7
El Gobierno no sanciona las actividades o prácticas ilegales.
Patrullas aéreas, patrullas de superficie (a bordo de barcos), comprobación en muelle de los barcos en los lugares de desembarque, además de inspecciones en los puntos de compra y en las fábricas de transformación, son algunas de las medidas puestas en marcha para asegurar que se cumple la legislación. Las infracciones al Reglamento de Mamíferos Marinos se sancionan con multas y la confiscación de la caza, de los aparejos de pesca, de los barcos y de las licencias.
8
La mayoría de los canadienses rechazan la caza de focas.
Ottawa esgrime una encuesta de Ispos-Reid, de febrero del 2005, que concluye que el 60% de los canadienses están a favor de una caza responsable. Un año antes, el mismo instituto hizo otro sondeo en que la población se ponía de


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