El fabuloso Mar del Sur

Descubrimos un mundo marino sorprendente, propio de la Corriente de Humboldt, en las áridas costas peruanas. La tranquilidad de las islas es solo aparente.

Es un mundo cuya riqueza marina convoca a muchas especies animales extraordinarias y fabulosas.


La densa bruma invernal se disipa develando con lentitud un conjunto de islas agrestes y enigmáticas. A un centenar de kilómetros, al sur de Lima, cual espejismos diviso las islas de Asia. A medida que nos acercamos, una nube gris y alada, formada por miles de ruidosos zarcillos sobrevuela los roquedales, delatando el arribo de intrusos.
La tranquilidad de estas islas es solo aparente. Ingresamos a un mundo cuya riqueza marina convoca a muchas especies animales de costumbres extraordinarias y formas fabulosas: percebes, anémonas, caracoles, conchas, erizos, estrellas de mar y muchos otros invertebrados que se aferran a cada espacio de los acantilados donde anidan chuitas y dos clases de piqueros, y golpea bravamente el oleaje, indómito y hostil.
Aquí es donde la Corriente de Humboldt deja sentir su verdadera fuerza y frialdad –con temperaturas promedio de 13° C a 14° C, entre mayo y octubre, y de 15° C a 17° C entre noviembre y abril– como un río submarino que discurre de sur a norte, trayendo aguas antárticas y el plancton, que induce el milagro de la vida. Para resumir su riqueza, basta mencionar que más de 30 especies de delfines y ballenas y aproximadamente 300 variedades de peces, acompañan a esta corriente en su tránsito por el mar de Asia.
Este mundo acuático, frío y pétreo, de cuevas como catedrales cavadas por el tiempo y el océano, es el hogar de los elusivos chungungos o gatos marinos, mamíferos en franca vía de extinción, de finísimo pelaje y de grandes habilidades subacuáticas.
Pingüinos de Humboldt viven en colonias focalizadas en pequeñas cuevas escarbadas al borde del abismo, donde nidifican. Durante la época de muda del plumaje permanecen fuera del mar sin alimentarse, consumiendo sus reservas de energías y, por ende, exponiéndose a las agresiones de los depredadores. Su sentido de responsabilidad debería ser imitado por muchos humanos: las parejas se turnan para empollar sus huevos con devoción, mientras que otros se agrupan en las rocas y se lanzan de panza sobre las olas para nadar con celeridad.
El pingüino de Humboldt, propio del Perú y Chile, y el de las islas Galápagos, son las únicas dos especies que viven lejos de la presencia de los eternos hielos polares.
Se suman a esta particular fauna dos especies de lobos marinos: el chusco, de solo un pelo por poro; y el fino, de dos. La torpeza en tierra, característica de estos pinnípedos, contrasta notablemente con la destreza de sus movimientos en el agua, donde se convierten en grandes pescadores de chitas, lenguados, cabrillas, merluzas, pulpos y calamares. Notables curiosos, inofensivos para el hombre, su población se ha visto mermada por el calentamiento de las aguas, producto de la reciente Corriente del Niño.
Amanece. Más de 100 mil piqueros, guanayes y alcatraces agitan sus plumajes y parten en pos de cardúmenes de anchoveta. La isla de Asia va quedando al descubierto en minutos, ocre y solitaria.
Atendiendo al poderoso llamado de la naturaleza, innumerables aves guaneras caen como una lluvia de flechas, ávidas de peces que perturban febrilmente la superficie marina. Mientras tanto, una familia numerosa de delfines nada en círculos cerrados, sumándose al festín.



Toda esta fauna alrededor de las islas del guano muestra el complejo sistema de vida que se origina bajo la influencia de la fría Corriente de Humboldt, o Corriente Peruana, que trae de las profundidades masas de microorganismos generadores de una intensa cadena de vida al filo de uno de los desiertos más extensos y secos que existen en el planeta.


Alejandro Balaguer Especial para La Prensavivir+@prensa.com


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