Observatorio para terremotos

El primer observatorio submarino de terremotos operará para 2012


Estará ubicado a 6.000 metros de profundidad en la fosa de Nankai, en el Pacífico, donde convergen dos placas tectónicas


Predecir cuándo puede producirse un terremoto. Ese es el objetivo final de un proyecto de investigación, aún en sus fases iniciales, que está llevando a cabo una expedición internacional, en la que España cuenta con una investigadora, María José Jurado, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Jurado acaba de regresar tras estar dos meses embarcada en aguas del Pacífico en el 'Chikyu', el mayor y más sofisticado buque oceanográfico del mundo.


El proyecto, que se realiza dentro del Programa Integrado de Perforación Oceánica (IODP), se desarrolla en la fosa de Nankai, una zona de convergencia de dos placas tectónicas, a unos 100 kilómetros de la costa este de Japón, donde en los próximos 30 años se esperan terremotos de magnitud superior a ocho. Se trata de una zona de subducción donde la placa del Pacífico se hunde y desliza a razón de unos cuatro centímetros por año por debajo de la placa euroasiática.


Lo que se ha hecho hasta ahora, según explicó Jurado, es una serie de sondeos, en localizaciones situadas desde 1.970 metros a 3.830 metros bajo la superficie marina, perforando el subsuelo oceánico entre 400 y 1.400 metros. al tiempo que se han tomado muestras de roca. Esa sonda geofísica situada en la cabeza de perforación es la que aporta multitud de datos sobre la caracterización geológica de la zona y, lo más importante en este caso, los esfuerzos tectónicos que se producen en lo más profundo de la Tierra y que están en la génesis de los terremotos.


Hasta el momento, los investigadores ya han detectado algo con lo que no contaban, y es que el empuje que genera la convergencia de placas presenta variaciones en la zona de estudio.


En la segunda fase de las expediciones, el 'Chikyu' explorará una zona de la falla principal que se encuentra entre 3 y 3,5 kilómetros bajo el suelo marino, lo que constituirá un hito en la historia de la perforación científica de los océanos. El reto científico y tecnológico de la tercera fase es perforar a través de los límites de las placas hasta alcanzar la zona de subducción, a entre 5,5 y 6 kilómetros de profundidad. En ese momento se comenzará con la monitorización, durante dos años, que concluirá con la instalación de equipos permanentes de observación, en la cuarta fase, en 2012.


Esperando al seísmo

Es ahí cuando, si se produce un seísmo, esos instrumentos desplegados bajo el suelo océanico serán tremendamente útiles para conocer por qué se ha producido. Desgraciadamente es necesario que se produzca uno para poder predecir los demás. «No los vamos a poder evitar porque no podemos luchar contra la Tierra, pero sí entender su dinámica para predecirlos, asegura Jurado.

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